Cuando me dijeron que entrevistaría al maestro Ramón
Shade para escribir una semblanza sobre su trayectoria me produjo un poco de
miedo, pero también de desafío. Pensé que quizá sería un hombre poco flexible,
o con un fuerte carácter, o alguien con quien no se puede hablar fácilmente.
Sobre todo porque era la primera vez que entrevistaba a una persona. Lo primero
que hice fue googlear, sí, literalmente
googlear sobre Ramón Shade porque no
lo conocía en persona, sólo lo que había leído en el periódico o escuchado en
la radio, y después de la búsqueda en Internet,
me topé con uno que otro vídeo en YouTube de él dando una conferencia de
cómo saber escuchar y de sus presentaciones.
Aun así seguía con miedo. Y estaba bastante nerviosa el
día en que tenía que encontrarme con él. Inmediatamente cuando lo saludé y
entramos a su oficina, una oficina muy cálida y con un gran ventanal donde
entra una bonita luz natural, todos mis miedos y nervios se fueron. El maestro
Ramón Shade es una persona bastante sencilla, me di cuenta al instante,
agradable y con una gran sensibilidad que se percibe en cada una de sus
palabras.
Se creó un ambiente de confianza y me fue fácil conversar
con él. Comenzó contándome que desde pequeño creció rodeado de música y desde
entonces ésta se convirtió en su segundo lenguaje, pero me atrevería a decir que
es su primer lenguaje. Cuando habla de música lo hace como si intentara
describir el sabor de su comida favorita, deleitándose el paladar, de algo que
es difícil de explicar porque más que explicar o definir, lo siente: “la música
es una fibra, la música nace y muere en su momento. Una pintura está ahí y esa
pintura nace para uno cuando la ve y termina cuando se deja de ver, ocupa un
lugar en el espacio. La música no ocupa ningún lugar. Es un arte muy puro, por
lo mismo, porque no existe como tal”. También dice, “…definir la música sería
como definir el alma, son cosas que nunca vemos. Nadie ha visto la sinfonía en
Sol menor de Mozart. Todos la hemos escuchado, y al escucharla la hemos
recordado después. En ese sentido, la música es algo muy mágico.”
Él está enamorado de la música, vive y siente la música
porque es parte de él mismo.
Disfruté de escribir este libro por la forma en cómo
habla de la música, como si estuviera escribiendo poesía. Porque la poesía
también es música y como se lee en el Prólogo de los Sonetos de Shakeaspeare, “leer es oír con los ojos.”
En el libro podrán leer cómo la música y la literatura
son una misma cosa para el maestro, cómo fue su experiencia estudiando música
en Viena, Austria, las experiencias de cómo la gente lo ha recibido con los
brazos abiertos en diferentes municipios de Coahuila, de otros Estados de
México y países del mundo, de cómo se prepara antes de cada una de sus
presentaciones, de cómo elige la música que se tocará en el próximo concierto, y
de lo mucho que le ha dado esta ciudad porque para él, el premio más grande que
ha recibido son los aplausos y el acogimiento de la gente.
Para mí el maestro Shade es como el Robin Hood de la música, lleva ésta a los
pequeños municipios más escondidos de Coahuila, en lo que parece sólo oírse
ecos, entregándoles a estas personas que carecen de los recursos para oír
música de orquesta una nueva forma de ver, sentir y escuchar la vida.
El maestro Ramón Shade es director de la Camerata de
Coahuila desde su fundación, más de 18 años, para él casi una vida, y esperamos
que lo siga siendo por muchos años más.
El libro está dividido en tracks más un bonustrack y cada uno es una sinfonía que mientras escribía el libro, escuchaba, y mientras lo leen, pueden hacer lo mismo.
Agradezco bastante a Jaime Muñoz por darme la oportunidad
de haber escrito este pequeño homenaje para el maestro y también a Ruth Castro
que me ayudó dándome consejos para escribir el libro. Muchas gracias a los dos
y muchas gracias a ustedes por asistir a la presentación del libro.
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