27 noviembre 2010

ANDARES

Los pasos cansados, arrastrando el cuerpo hecho noche, besando en cada paso al suelo que le ve tallarse los ojos, convenciéndose que la tristeza se quita en una ráfaga de aspiraciones profundas.

Su andar pausado por los años que carga en cada uno de sus hombros, como cimientos poco firmes de una estructura a punto de derrumbarse. Los años, pocos. Pero el cuerpo sabe más de andares cuando se va por ahí, dejando caer pedazos de recuerdos en un abandono perpetuo.
¿Qué sería de nosotros sin los vacíos que fundan sus propias ciudades?
¡Ay, amor! ¡¿Qué será de mí?! De esta angustia que se anida a mis labios. Apenas logra decir en susurros.
Embriagarse de ella, de noches tejidas con su piel, le resulta más fatal que una botella de whisky. La resaca que deja, son los ojos podridos en agua vieja y la reciente, que tiene ya un olor a cañería. Las ojeras formando un todo con los huesos. Carroñeras, se comen a sí mismas. Las manos, con heridas pequeñas y medianas a causa de un ansia que se prometió, sin su consentimiento, torturarse. Y la voz, resquebrajada. El pecho, con un hueco mal excavado, dejando ver como sangra el alma. Se le extinguieron los ecos.
¡Ay, amor! ¡¿Qué será de mí sin tu pecho como orilla para este mar embravecido que amenaza con hacerme añicos si tus brazos no me sujetan?! ¡Ay, amor! Maldito día en el que mis ojos repararon en la sombra de tu silueta palpitante.

3 comentarios:

  1. Hermoso... del inicio al fin, desde el fondo hasta la bóveda.

    ResponderEliminar
  2. Te he leído a través del twitter y ahora aquí, leí varios de tus textos, con toda la calma de una tarde lluviosa. Mucha potencia en tus letras. Ha sido un placer.

    Abrazos.
    EvaGraciela

    ResponderEliminar
  3. Maldito el día..... qué belleza, Aleida.

    ResponderEliminar